Acompañamiento respetuoso

Adulto acompañando al niño con respeto y atención, sin dirigir su juego

Niña juega en el suelo con formas geométricas de colores, desarrollando creatividad, motricidad fina y exploración espacial.

Cada niño/a, un camino único

Acompañamos a cada niño/a y a su familia en su propio ritmo de crecimiento, creando un entorno donde se sienten seguros, escuchados y aceptados tal como son, respetando su esencia y su proceso de aprendizaje.

Niña construye una flor con piezas de colores, representando su camino único de exploración y aprendizaje libre.

Cada detalle importa

En Mamá Canguro, cada instante del día tiene significado. Cuidamos los vínculos y la calidad de los detalles que rodean la vida cotidiana, haciendo de nuestro hogar un lugar único donde las experiencias sencillas se vuelven memorables.

Niño pequeño explora libremente con coches sobre una rampa de madera, respetando su ritmo interno y su impulso natural de desarrollo.

El valor del ritmo interno de cada infante

Respetamos los tiempos propios de cada niño/a, sabiendo cuándo intervenir y cuándo simplemente estar, permitiendo que exploren y se desarrollen desde su impulso natural. Observamos con atención y sensibilidad, ofreciendo una presencia que acompaña sin imponer.

Adulto comparte un momento tranquilo de lectura con dos niños pequeños durante su adaptación gradual al entorno escolar.

Período de adaptación: un inicio acompañado

El período de adaptación tiene una duración de cuatro semanas, en las que el niño/a es acompañado por su familia de manera gradual. Este proceso favorece una conexión natural y segura con el entorno, las educadoras y el grupo, permitiendo que cada niño/a se sienta cómodo y tranquilo en su nueva etapa.

Bebé sonriente recibe comida con acompañamiento respetuoso, en un momento de alimentación consciente que fomenta vínculo y autonomía.

El ritual de la alimentación: un espacio de vínculo y aprendizaje

Los momentos de alimentación son oportunidades únicas de aprendizaje y vínculo con la educadora. El «ritual» que los acompaña crea un ambiente de calma y confianza, permitiendo que cada bebé y niño/a se sienta cómodo y pueda disfrutar de la experiencia.

Bebé descansa mientras un adulto lo acompaña con una caricia suave, reflejando el cuidado respetuoso y la metodología Pikler.

El arte de cuidar con respeto

Siguiendo la metodología de Pikler, priorizamos una relación de confianza profunda entre el niño/a y el adulto. Durante los momentos de cuidado, como la higiene o el descanso, esperamos su tiempo y su permiso, permitiendo que el infante sea protagonista activo del proceso. Estos momentos cotidianos se transforman en oportunidades de conexión y colaboración conjunta con la educadora, donde el niño/a se siente respetado, escuchado y acompañado en su camino hacia la autonomía.

Compárte esta página en tus Redes Sociales